el artículo de Pablo Faura plantea preguntas y ofrece una derivada sobre aquellas obras, como el Teatro Fleta de Zaragoza que, habiendo tenido vida y reconocimientos, permanecen en la actualidad como volúmenes muertos momificados en las ciudades españolas
9 de mayo de 2013

[Zetas] Hablar de volumen no es hablar de volumetría. Cuando los arquitectos hablan de volumetría se refieren a la expresión formal manifestada en la propia piel del edificio. Por lo tanto tiene que ver con la con la imagen que percibimos del objeto en cuestión, del límite que impone aquella frontera entre el espacio exterior e interior. Si se pretende medir y por lo tanto comprender haciendo tangible lo que en un principio se percibe como imagen y significado abstracto será necesario hablar de volumen. El volumen es capaz de aglutinar las tres dimensiones en una sola medida. Resulta estimulante pensar en las distintas unidades normalizadas que usamos para medir volúmenes. Metros cúbicos, decímetros cúbicos o centímetros cúbicos resultan las unidades más usadas para dar respuesta a esta cuestión.

Lo común a todas estas unidades de medición es la palabra que vemos repetida sea cual sea la unidad concreta y que por lo tanto es esta misma la que relaciona el dato con lo que se quiere medir. Cúbico habla de volumen pero profundizando sobre el término es bien sabido por todos que no solo existen volúmenes con forma cúbica. Volúmenes irregulares, de revolución o incluso otros como la esfera –cuya regularidad se ha entendido simbólicamente como igualdad o perfección- conforman un abanico de infinitas posibilidades siempre referenciadas con aquella coletilla ambigua como es la palabra cúbico por despegarse de su significado formal.

Da que pensar esta actitud que consciente o inconscientemente nos acompaña a la hora de porque no medir el mundo. ¿Es casual el hecho de que todo tipo de formas volumétricas acaben siendo definidas como “x” unidades cúbicas?. Tomaremos un ejemplo de la ciudad de Zaragoza para tratar de explicar la importancia que puede jugar el concepto de volumen antes expuesto. 

Hablamos del antiguo Teatro Fleta. Edificación catalogada y protegida por su interés arquitectónico siendo uno de los edificios modernos más importantes de Aragón. Construido por el arquitecto José de Yarza y García en 1955 tras la demolición del antiguo Gran Teatro Iris que ocupaba el solar en cuestión. Concebido como teatro y también como cine cumple esa doble función gracias a su especial condición estructural que también lo convertiría en obra singular. Sucesivas y dispares intenciones han desembocado en una situación actual en la que se han conservado sus elementos estructurales, sus fachadas, el cuerpo de escaleras, el anfiteatro volado, recubrimientos murales y parcialmente su patio de butacas.

La economía de Ayuntamientos y demás estamentos públicos hace imposible acometer su rehabilitación y ampliación conforme al último concurso celebrado cuyo fallo otorgó un primer premio al estudio Camp Arquitectes hace ya casi tres años. Un presupuesto de 22 millones de euros –inabordable a día de hoy- que incluye una superficie construida de 8848 m2. Triste situación por la que los ciudadanos y visitantes siguen sin disfrutar de lo que fue un magnífico equipamiento y ejemplo arquitectónico de la propia ciudad.

La solución a este problema –posiblemente inexplorada- reside en el concepto de volumen. Es lógico pensar como esa superficie de casi 9000 m2 puede encerrar volúmenes bien distintos. Por lo tanto se debería cuestionar qué y cuánto podemos afrontar actualmente porque no tiene sentido alguno mantener una fachada acompañada de andamios durante más de tres años sin que nada suceda ni dentro ni fuera. Quizás sea el momento de plantear alternativas. Compartimos la opinión expresada por Oriol Bohigas en Scalae ebook …Self donde el mismo dijo: Lo que mejorará la situación es más la educación que la cultura. Más que tener un buen teatro, me gustaría tener una buena escuela de teatro. Y para educar a la gente hay que tener un buen público de teatro.” Tomando estas palabras y confrontándolas a la realidad que vive el Teatro Fleta parece ilusionante reflexionar acerca de cómo la redefinición del programa podría traducirse en un menor volumen construido –pudiéndose de este modo materializar- y que tanto programa como volumen puedan ir creciendo de forma simultánea, y porque no, pensar que algún día la Escuela se convertirá en el teatro que un día dejó de funcionar y el volumen –del mismo modo- acabará por se aquello que hoy ansiamos y no disponemos.

Enlace a la ficha de catalogación  Ayuntamiento de Zaragoza.  

Ciudad: Zaragoza
Agentes: José de Yarza
Edificios: Teatro Fleta
País: España
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