Un pequeño viaje pautado a través de los principios y procesos que motivaron el diseño del «atípico» parque de La Villette, en la ciudad del Sena.
25 de enero de 2013

[Zetas] Bajo un aire de despedida motivado por la acuciante enfermedad que acabaría con su vida apenas un año más tarde, François Mitterrand inauguraba el 12 de enero de 1995 la Cité de la musique, penúltimo proyecto de la lista de grand travaux que habían ido poblando París durante los catorce años que duraría su doble mandato. Mitterrand, primer presidente socialista desde la fundación de la Quinta República en 1958, fue el artífice de grandes cambios sociales y políticos -con mayor o menor éxito- en Francia y trató también de dejar su impronta en la capital del país.

La puesta de largo de éste gran espacio dedicado a la música, obra del arquitecto Christian de Portzamparc, significaba la culminación de un recorrido de grandes intervenciones arquitectónicas, cuya repercusión había sido equiparada a las faraónicas obras ejecutadas durante el reinado de Luis XIV. Ocho obras de escala monumental que transformarían por completo la imagen de la ciudad, metrópoli que se había desestructurado progresivamente desde la gran reordenación urbanística acontecida a mediados del siglo XIX. La pirámide del Louvre, el Musée d’Orsay, el Instituto del Mundo Árabe, la ópera de la Bastille, el gran arco de la Défense, el Ministerio de Hacienda, la Biblioteca Nacional y el parque de La Villette, componían ésta potente colección de arquitecturas que, en varios casos, se convirtieron en la plataforma de despegue definitiva para la carrera de jóvenes arquitectos cómo Jean Nouvel o Dominique Perrault.

"Creo que un pueblo es grande cuando su arquitectura lo es", en estos términos se expresaba Mitterrand, si bien además recogía el testigo de su predecesor en el cargo, Valéry Giscard d’Estaing que había decidido poner en marcha una estrategia de ejecución de iconos culturales dentro de la que destaca especialmente el Centro Georges Pompidou -obra de Renzo Piano y Richard Rogers-, inaugurado en 1977. Anteriormente, en 1976, d’Estaing había promovido un concurso sobre los terrenos donde, entre otros, se ubicaría finalmente la Cité de la musique: el área de La Villette. Ésta zona, situada al noreste de la ciudad, se encontraba bastante degradada, lo cual resultaba ser un denominador común en muchos de estos proyectos -incluido el Pompidou-, al implantarse sobre distritos muy deteriorados tanto a nivel social como urbanístico, buscando una regeneración -y quizá limpieza- de éstas áreas. Por aquel entonces, allí se encontraban los antiguos mataderos de la capital, atravesados por el canal de L’Ourcq, construido a principios del siglo XIX bajo mandato de Napoleón, con la intención de abastecer a la ciudad de agua potable.

Continuará…

 

 

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