La piscina que quiso ser half-pipe
27 de marzo de 2014

[…] "Los skaters son por naturaleza guerrilleros urbanos: todos los días hacen uso de las cosas inútiles de la carga tecnológica y emplean la obra de los gobiernos y las grandes empresas de mil maneras distintas, que los arquitectos originales nunca podrán soñar" […] Craig Stecyk, Zephir Skates, 1976.

[Zetas] Apenas cuarenta kilómetros hacia el oeste separan Copenhague de Roskilde, población danesa estratégicamente situada en el interior del fiordo de Isefjord. Éste particular enclave geográfico somete a la ciudad a inundaciones -debidas al efecto de lluvias torrenciales- que se suceden con cierta frecuencia y que han supuesto un quebradero de cabeza para sus habitantes durante los últimos años. Siguiendo la premisa de ofrecer una solución eficaz a éste problema, el equipo danés SNE Architects llevó a cabo en 2013 un proyecto que aplaca ésta problemática a la par que implementa los usos y funciones de uno de los principales espacios públicos de la ciudad. Un skatepark permitió esculpir la topografía del Rabalder Park, vaciando el terreno y dando origen a una suerte de depresiones artificiales que conectadas a la pertinente red de saneamiento facilitan un drenaje a gran escala cuando es preciso.

Skateboarding para combatir el exceso de agua: solución que resulta tan lúcida como paradójica, ya que fue carencia de éste líquido elemento la que contribuyó en buena parte a alumbrar un deporte que hoy en día practican cuarenta millones de personas. Durante la década de los setenta, California sufrió el azote de una de las peores sequías de su historia. Las autoridades limitaron al máximo la utilización de agua, prohibiendo su consumo incluso en restaurantes. Dogtown no fue una excepción. En ésta humilde barriada de Los Ángeles concluía la célebre ‘Ruta 66’ y emergía un urbanismo tenue, compuesto por viviendas de baja altura que lidiaban con edificaciones heredadas de desarrollos acontecidos en los años treinta. La morfología urbana de este lugar -a caballo entre las playas de Venice y Santa Mónica– era y sigue siendo prácticamente fractal. Su unidad mínima es la resultante de la suma entre una vivienda unifamiliar de planta baja y su espacio libre asociado, el cual suele a su vez ser contenedor de una piscina, dando así lugar a un amplio catálogo de formas orgánicas que contrastan con el carácter cuasi cartesiano de viales y viviendas. Al igual que plantea el neerlandés Rem Koolhaas en The Generic City, Dogtown se mantenía unido por lo residual convirtiéndose así en refugio de lo ilegal e incontrolable. De este caldo de cultivo surgió un grupo de skaters -a la postre bautizados como Zephyr Boys– que instrumentalizó el paisaje urbano circundante para dar un giro de 180 grados al skateboarding. La particular geometría de los espacios de recreo y muros perimetrales de varias escuelas situadas en las inmediaciones de este entorno sirvió de espoleta para que el deporte del monopatín trascendiera el plano horizontal y empezase a convertirse en lo que es actualmente.

Sujetas a las condiciones meteorológicas, las piscinas son infraestructuras sustancialmente ineficientes. Apenas pueden ser empleadas algunos meses al año cayendo en desuso el resto del tiempo, a la par que exigen un elevado nivel de mantenimiento. En 1973, la sequía acuciaba y cientos de ellas fueron vaciadas debido a esta coyuntura climática. En una suerte de inteligencia colectiva de origen indescifrable, los Z-Boys se especializaron en el allanamiento de aquellas viviendas que estaban abandonadas o la venta, con el objetivo de dotar de un uso hasta la fecha desconocido a sus correspondientes piscinas, dando origen al embrión de lo que hoy conocemos como half-pipe. Durante años, estos lugares prácticamente clandestinos sirvieron como espacio de reunión de gran cantidad de jóvenes seducidos por el atractivo del incipiente skateboard. La particular actualización urbana de este anodino pedazo de la ciudad de Los Ángeles llevada a cabo por los chicos de Zephyr, significó un relanzamiento de este deporte, que había caído en desgracia a finales de los sesenta. La irrefrenable proliferación de eventos asociados al skateboard acontecida entre 1973 y 1977, provocó que las piscinas mutasen en half-pipes, elementos específicos para la práctica con monopatín, abandonándose así la particular tradición instaurada en las calles de Dogtown. De esta forma, las urbes fueron renovándose e incorporando este tipo de instalaciones como parte del paisaje urbano, acabando con la dudosa e interesante posibilidad de surtir de un uso continuado a estas amebas excavadas en el deshidratado suelo de Los Ángeles. La ciudad singularizaba así un elemento que, en realidad, ya había sido incorporado previamente a su ADN. Así pues, cuarenta años después de que la piscina quisiese ser skatepark, el proyecto del Rabalder Park de Roskilde, demuestra que el skatepark alguno
s días, sigue teniendo vocación de piscina.

*Nota del autor: este artículo se inspira especialmente en el documental ‘Dogtown and Z-Boys’ dirigido en 2001 por Stacy Peralta, uno de los Z-Boys.

 

Agentes: Z-boys
País: Estados Unidos
País: Dinamarca
Ciudad: Los Ángeles
Agentes: SNE Architects
Edificios: Rabalder Park Skatepark
Autoría de la imagen: Craig Stecyk
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