Rogelio Ruiz, en una nueva incursión en la memoria propia y colectiva, rescata imágenes y situaciones de los ínfimos lugares donde vivir a la vez que despacha prejuicios y, porqué no, descubre nuevas dudas, todo de un tirón…
6 de mayo de 2014

[Rogelio Ruiz Fernández, dr. arquitecto, para scalae]

EXISTENZMINIMUM

"Oh God, I could be bounded in a nutshell and count myself King of infinite space" Hamlet act II, scene 2. William Shakespeare*

Las casas de nuestros pueblos dibujadas con mimo por D. Efrén García tienen cuartos de tres metros y toda la vida pasa alrededor del hogar (llar). Eran viviendas mínimas y a veces los recién casados vivían en el hórreo y también alguna viuda, y todo esto era así aunque no conocieran a Alexander Klein (por cierto: pequeño en alemán) que ya a principios del siglo pasado escribía sobre el existenzminimum, una vivienda en su menor dimensión, valorando soleamiento, aire, espacio, calor y los servicios higiénicos mínimos. Luego vino Walter Gropius y los CIAM matizando que no sólo era un problema de estricta cabida sino también de carácter psicológico y sociológico. Estamos alrededor de los años treinta. Hay mucho que construir y más luego después de la gran guerra y el tema coge auge. Más tarde vinieron los muebles abatibles, multifuncionales, polivalentes… Y luego la prefabricación que parece redescubren Santiago Cirugeda y otros okupas de containers recientes. Pero en realidad, incluso con excelentes arquitectos como Jean Prouvé en Francia o Buckminster Fuller en Norteamérica, acaban desechados muchas veces por la monotonía y porque al final no son rentables, que es lo que se perseguía. Aunque seguimos intentándolo y es un ejercicio interesante, como Juan Herreros con su casa Garoza (2010). 

En sociedades como las norteeuropeas -muy acostumbradas a vivir de alquiler y a que el gobierno promueva la vivienda- se ha llegado, sobre todo en Holanda, a soluciones brillantes, no sólo desde el punto de vista teórico o formal (aseos que son enteros la ducha, escaleras imposibles, entornos marinos ganados al mar muy atractivos, variedad en las células y materiales…) También tuvo su momento la vivienda perfectible: uno compra metros cuadrados de estructura cerrada y va haciendo habitaciones y servicios a medida que su familia crece. Vicente Guallart nos hablaba luego de viviendas que puedan ser utilizadas a distintas horas por distintos usuarios, y yo le comentaba que así funcionan las plazas de garaje en Oviedo, a dos turnos. Pucho Barrera habla (y hace) núcleos húmedos que se mueven: en su casa tras hacer la comida, la cocina se desplaza un metro (y también los baños) y así puede recibir más amigos a cenar en el salón.

Las condiciones psicológicas varían. Los americanos del norte necesitan más espacio que los del sur o que los árabes apiñados en sus mercados. Un iglú es también una vivienda mínima en otro contexto, y una tipi, tienda de los indios americanos también. Y que me dicen de las ligeras, transportables, plegables yurtas de los mogoles, que a veces incluyen una televisión que no se puede enchufar a ningun sitio como aquel altar, shrine, que John Ruskin quería en todas las viviendas. En Chinchilla se pueden visitar viviendas en la roca y un profesor mio se fue a vivir allí.

Muchos ahora vivimos en una situación de nómadas para estudiar fuera, primeros trabajos, recién casados… en una casa pequeña, que cuando se compensa con una buena situación para nuestra demanda social o mental, es agradable al menos durante un tiempo, con la ilusión de un nuevo hogar separado del paterno. Contigo pan y cebolla. Todos los que empiezan a dibujar su propia vida firmarian estas propuestas y también otros, ya mayores, que ven que la casa que tenían les queda grande, la jubilación pequeña, y prefieren algo más abarcable y con menos gastos. Recuerdo en la Ciudad Universitaria de París los módulos mayores reservados a parejas de estudiantes (que a mi me parecían avanzadisimos). Y si nos fijamos un marco temporal menor, es decir no una casa sino un hotel, que no es más que un alojamiento alquilado por días, somos capaces de permitir y disfrutar de espacios muy pequeños (no ya los japoneses que no son mínimos, son ínfimos).Todos pasamos días alegres en tiendas de campaña o roulottes. Sin hablar ya de los barcos y yates. Nemo propheta in patria de Alvar Aalto o el de Ralph Erskine dónde tambien se maquinaban viviendas mínimas.

Pero en el camping salimos directamente a la naturaleza y no al núcleo de comunicaciones vertical donde pronto vienen los problemas sociales. Para mis ciudades quisiera los magníficos jardines de las Siedlungen berlinesas o el patio de manzana de la Karl Marx Hof vienesa. Pero la realidad es otra: los solares a los que generalmente tiene acceso la vivienda pública no suelen ser los mejores, los servicios comunes (esca
leras, ascensores…) concentran una gran densidad de personas cuya bandera para poder acceder es la falta de medios, que será la falta de medios para el mantenimiento. Y en cuanto a la vivienda de promoción privada, los mínimos establecidos por la normativa acaban siendo máximos en manos de promotores y acabamos creyendo normal el tamaño de las habitaciones. Nuestra normativa permite viviendas de menos de 30 metros cuadrados. 

Y luego claro está, lo que llamamos un fin de semana para ociosos: el pabellón en el bosque del primer equipo de Norman Foster y Richard Rogers (Team 4), las casinas de madera de Aires Mateus, comedida y en su sitio la de Carlos Quintáns en Courel, preciosa la de Sou Fujimoto que parece una arquitectura pero de la de niños, también alegre e inocente se nos muestra la Tupper Home de Andrés Jaque, o el simpático de Antón Garcia-Abril que se comió una vaca el encofrado de hierba (la Trufa). Ya parte de nuestra historia las de Josep Lluis Sert y Josep Torres Clavé en el Garraf, que acabaron totalmente desfiguradas.

Están también las de Shigeru Ban de emergencia, aquellas para gitanos (así de duro) de César Portela y Pascuala Campos (1971)… y esto me lleva a pensar que mientras nosotros “los señoritos del primer mundo” jugamos a todo esto, como una marabunta se extienden las favelas por todo Iberoamérica, las infraviviendas de adobe en África, la multitud de gente durmiendo por las calles de las ciudades indias. Y también, no se crean, dentro del primer mundo esos japoneses que fracasaron en sus expectativas y ocupan los parques haciéndose un harakiri social. O familias con sus niños, sí rubitas de ojos azules y todo, que he visto en San Diego sacando por la noche cartones del capó de su viejo coche para dormir en el suelo a cien metros de una calle donde el valet nos recogía las llaves del coche para que pudieramos tranquilamente cenar…(me recuerda aquel cuento de Saramago que interrumpe la fiesta de la comida la mano extendida del pedigüeño que nos fija a la realidad). 

Hace unos años visitamos el Robin Hood Lane de Alison y Peter Smithson, que como sabéis se quiso demoler (fui con el Taller Hilberseimer). Está en las afueras de Londres (muy en las afueras). Son dos piezas muy interesantes de los cincuenta con un jardín interior en las que hay módulos pequeños en planta baja para personas mayores hacia el jardín y arriba corredores que van dando acceso a diversos tipos de viviendas. Todos conocíamos el proyecto por fotos y lo apreciamos sinceramente y creo que todos salimos preguntándonos lo mismo: ¿te gustaría vivir allí?. Es una isla rodeada de tráfico, en un polígono industrial, los jardines y columpios vacíos un sábado por la mañana y luego la falta ya no de mantenimiento sino de un mínimo respeto por el edificio. ¿Y sí fuera una residencia de estudiantes del Trinity College en los jardines de Cambridge, te gustaría vivir unos meses? …Somos así.

Le Corbusier quiso darnos una última lección y acabar sus días en una vivienda de 16 metros cuadrados de madera que le regaló a su mujer en la Costa Azul. Se van a cumplir el año que viene cincuenta años del día en que, cuando ella ya no estaba, bajó a la playa, se metió en la mar y no volvió. Esa última es la morada más pequeña o quizá la más grande. 

Rogelio Ruiz Fernández. dr.arquitecto

(*) "Oh Dios, podría ser encerrado en una cáscara de nuez y sentirme Rey del espacio infinito"

 

ilustraciones**:
Portada. Monumentalizacion de antigua vivienda minima, en la University of British Columbia, Vancouver, contrastada con la modernidad del yate. foto: Phd Xosé Fernandez (Cambridge)

1 Las casas y horreos dibujados por D. Efrén García Fernández.

2a J.Ll. Sert y J.Torres Clavé, Casas para fin de semana en Garraf 1935. Y (2b) situación denunciada por el profesor Fernando Alvarez Prozorovich ETSAB UPC.

3 Refugio en Peel Creek (Cornualles) 1963 Team4 (N.Foster, W.Foster, F.Peacock, R.Rogers, S.Rogers)

4 Tupper Home 2007, Andres Jaque

5 Final Wooden House, Casa minima 2005-2008 (15,13m2) Sou Fujimoto Arquitecto.

6 Casa Garoza (2010) prefabricada , Juan Herreros arquitecto

7 Casa no Courel (2010), Carlos Quintáns arquitecto

8 La Trufa (2010) Antón Garcia-Abril

9 Tumba de Le Corbusier. foto Miguel Alvarez Garnería

(**) (composición en mosáico especial para este artículo, si alguna de las partes de la imagen resultante estuviese sujeta a derechos de terceros, por favor indicarlo para su sustitución a scalae@scalae.net)

Agentes: Efrén García
Agentes: Alexander Klein
Agentes: Walter Gropius
Agentes: Santiago Cirugeda
Agentes: Jean Prouvé
Agentes: Buckminster Fuller
Agentes: Juan Herreros
Agentes: Vicente Guallart
Agentes: Pucho Barrera
Agentes: John Ruskin
Agentes: Alvar Aalto
Agentes: Ralph Erskine
Agentes: Norman Foster
Agentes: Richard Rogers
Agentes: Aires Mateus
Agentes: Carlos Quintáns
Agentes: Sou Fujimoto
Agentes: Andrés Jaque
Agentes: Antón Garcia-Abril
Agentes: Josep Lluis Sert
Agentes: Josep Torres Clavé
Agentes: Shigeru Ban
Agentes: César Portela
Agentes: Pascuala Campos
Agentes: Alison y Peter Smithson
Agentes: Le Corbusier
Agentes: Rogelio Ruiz Fernández