El arquitecto y profesor de la ETSAMadrid José Manuel Sanz ha lanzado en su muro de Facebook una proclama espontánea que, con su complicidad y autorización, viene aquí reflejada y de ese modo asumida como documento de referencia…
29 de abril de 2017

[scalae, captura eventual]

¿CALIDAD O VULGARIDAD?

Hace ya muchos años proyecté una vivienda grande en una conocida y lujosa urbanización del Noroeste de Madrid. Mis honorarios fueron normales (aunque comparados con la tendencia actual parecerían incluso generosos). Aunque los propietarios no quisieron venderla porque estaban ilusionados y contentos con la casa lo cierto es que, al poco de terminarla, les ofrecían bastante más del doble de lo que les había costado. Supongo que algo tuvimos que ver en ello. Lo mismo ocurrió con un edificio de oficinas para una conocida inmobiliaria en Alcobendas.

Los arquitectos parecemos vivir en una especie de extraño complejo en el que, casi siempre mal ayudados por nuestras organizaciones profesionales, no hemos conseguido que la sociedad reconozca el valor añadido de lo que hacemos. La raíz esta probablemente en un mal sentido de la defensa profesional. En España hay muy buenos arquitectos en número mucho más elevado de lo que pensamos pero también, como en otros oficios, profesionales mediocres. Nuestros Colegios profesionales, repito, con mal sentido, han favorecido la defensa del perfil más bajo pese a que ese tipo de arquitecto con demasiada frecuencia amasaba encargos merced a su actitud dócil, permisiva y pusilánime. El resultado es, naturalmente, que estos profesionales han destrozado nuestras costas y paisajes, vulgarizado nuestras ciudades, elevado el coste de nuestros seguros y contribuido de manera decisiva a la pérdida del prestigio y la imagen de nuestra profesión. Las organizaciones que nos hemos proporcionado para regular y defender nuestra profesión parecen haber estado más atentas y eficaces en defender la mediocridad que la excelencia. Bien que lo estamos pagando.

Naturalmente esto no ha ocurrido solo con los arquitectos. En España se ha instalado, tal vez por contraste con situaciones anteriores, una estúpida identificación de lo “democrático” con todo lo que signifique igualdad o equivalencia aunque lo que se pretenda equiparar se encuentre a distancia insalvable. Esa permanente igualación por lo bajo nos confunde y no nos permite admitir que hay médicos, abogados, arquitectos, ingenieros, informáticos, funcionarios, taxistas etc, etc, mejores y peores.

Una cosa es disfrutar comúnmente de unos derechos básicos que nadie discute y otra esta especie de sopa de todo revuelto que no distingue entre vulgaridad y calidad.

Una sociedad que no distingue entre estos extremos es una sociedad inculta e injusta. Una sociedad que no busca la calidad ni la defiende está abocada a una pérdida de exigencia, descorazonadora para todos los que se esfuerzan, que no encuentran respuesta ni premio alguno a su voluntad de mejora ni a sus legítimas expectativas de futuro.

Volviendo a nuestro caso porque es el que más conozco (aunque hay otros muchos) señalo que en esta sociedad española se está llegando a pagar a los arquitectos 30 euros por m2 de construcción, (lo mismo que cuesta un terrazo malo) por hacer un proyecto, dirigir una obra con todas las enormes responsabilidades que conlleva y sostener un seguro de responsabilidad civil durante diez años. Con eso tendrá que hacer frente a los pagos de los colaboradores y empleados del estudio, seguros sociales, estudio, gastos técnicos, visados, seguros, viajes, material etc etc. Todo eso después de una dura y sacrificada carrera de muchos años. Suprimidas por los distintos gobiernos unas tarifas profesionales mínimas de dignidad, que defendían la calidad del trabajo, se ha llegado a esta situación, siendo las Administraciones públicas las que han dado peor ejemplo y más se han aprovechado de la misma.

Otro ejemplo sangrante: A un profesor universitario de arquitectura, a veces con cincuenta alumnos, se le está pagando 600 euros netos al mes. Por no decir que hay muchos que ni cobran cuando apenas tienen expectativas de contrato futuro. Seguramente España es uno de los países del mundo con peor consideración a la figura del profesor pues, salvo en los grados más altos de la carrera académica, reciben un sueldo de miseria que no les permite vivir sin otra dedicación.

Podríamos hablar igualmente de los actores, de los músicos, de los escritores y poetas…

Seguimos sin fomentar ni proteger la calidad ni a los que se esfuerzan en conseguirla. Seguimos fomentando la mediocridad y el beneficio fácil, jaleando y premiando la vulgaridad. Seguimos despreciando a los creadores, a los artistas, a los que ejercen la noble e imprescindible labor de transmitir el conocimiento…

Quisiera pensar que no es así pero hacemos cosas propias de una sociedad enferma.

José Manuel Sanz*, Madrid, 29 de abril de 2017

(*) arquitecto en josemanuelsanz.com y profesor de proyectos en la ETSAM, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid

Agentes: José Manuel
Sanz
Autoría de la imagen: Scalae