27 de mayo de 2013

7th extract | séptimo extracto 

[English]
I don’t know how other people identify a building of mine; it’s something I cannot know. Maybe some buildings are recognizable, although it’s more difficult of late as there’s greater experimentation and risk-taking and the language becomes less obvious. 

The experimentation, in our case, occurs in different laboratories: the landscape, the city, the construction process, working closely with Joan Guibernau. At a reduced size, when intermediation disappears and the relationship with the occupant becomes clearer. And, above all, in competitions, in which we try to evolve by seeking new sorts of formal expression. This is occurring in the scheme for the Promenade in Benidorm, in working with Xavier Martí in the search for a transitional public space between city and sea.

I’ve been lucky working in Barcelona because it’s a city that has a number of splendid qualities that make good architecture possible, something William Curtis has always said: “Barcelona is a city that produces architects who rethink things in terms of its intrinsic qualities, this being not unlike what happened in Catalonia with the Romanesque.” Premodern Barcelona with the schemes of Ildefonso Cerdà and the city planners and landscape architects of the late-19th and early-20th century, Modernisme and later GATPAC with the schemes for the Maciá Plan, Sert and Torres Clavé, then Coderch, Sostres and Grupo R, and today a host of great architects.

I’d like to pertain to this lineage. When I’m thinking about the façade for the house in Calle Balmes, I’m performing the same exercise that other architects have performed in this city with regard to light, climate and geography, but also apropos of culture and tradition. The city emerges as a place of experimentation and of life.
Working in other cities interest me enormously, but I always find myself back again with Barcelona.

–Traducción al inglés: Paul Hammond–

[Español]
No sé cómo los demás identifican una obra mía, la verdad es que yo no lo puedo saber. A lo mejor algunas son identificables, aunque últimamente es más difícil en cuanto hay mayor experimentación y riesgo y se hace menos evidente el lenguaje.

La experimentación, en nuestro caso, se produce en diferentes laboratorios: el paisaje, la ciudad, la construcción, trabajando codo a codo con Joan Guibernau. En la pequeña dimensión, cuando desaparece la intermediación y la relación con el habitante se hace más evidente. Y, sobre todo, en los concursos, en los que tratamos de evolucionar buscando nuevas formas de expresión formal. Así está sucediendo en la propuesta del paseo Marítimo de Benidorm, trabajando con Xavier Martí en la búsqueda de un espacio público de transición entre la ciudad y el mar.

He tenido suerte al trabajar en Barcelona porque es una ciudad que tiene unas condiciones espléndidas que hacen posible la buena arquitectura, algo que siempre ha dicho William Curtis: ‘Barcelona es una ciudad que produce arquitectos que vuelven a pensar desde sus condiciones intrínsecas, algo semejante a lo que sucedió en Cataluña con el románico’. La Barcelona premoderna con las propuestas de Cerdá y los urbanistas y paisajistas de finales del XIX y principios del XX, el modernismo y después el GATPAC con las propuestas del plan Maciá, Sert y Torres Clavé, después Coderch, Sostres, el Grupo R y en la actualidad un conjunto de grandes arquitectos.

Me gustaría pertenecer a este linaje. Cuando estoy pensando en la fachada para la casa de la calle Balmes, estoy realizando el mismo ejercicio que otros arquitectos han realizado en esta ciudad respecto a la luz, el clima y la geografía, pero también respecto a la cultura y a la tradición. La ciudad se presenta como un lugar de experimentación y de vida.
Trabajar en otras ciudades me interesa muchísimo, pero siempre vuelvo a reencontrarme con Barcelona.

.

Agentes: Carlos Ferrater