Félix Arranz y Joaquín Sabaté, directores de la XI Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo responden abiertamente a preguntas que, oportunamente, abren un debate permanentemente necesario sobre la actuación de jurados, mesas de contratación y tribunal
18 de mayo de 2011

Recogemos aquí la contestación que -a título personal- ofrecieron los directores de la XI Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo a las preguntas que hace algunas semanas planteaba a un grupo de arquitectos y críticos de arquitectura la periodista Anatxu Zabalbeascoa en su blog "del tirador a la ciudad", de El País. Ha transcurrido un tiempo suficiente que permite atender preguntas y respuestas con serenidad. Sin embargo la periodista no ha creido conveniente incluir este documento en su blog. El contenido de preguntas y respuestas no es el que corresponde al sitio oficial de la XI BEAU, así que en aras a una transparencia necesaria y a la voluntad de documentar completamente un planteamiento que cuando menos es general y oportuno, scalae.net no tiene inconveniente en recoger en este caso la opinión directa de los agentes, siendo que uno de ellos está además vinculado a scalae. Por otra parte, esta dinámica forma parte del modo de documentar en scalae: preguntas directas y respuestas igualmente directas, relacionadas con los principios, el modo de hacerse y los resultados acontecidos de todo lo que se hace como se hace la arquitectura. Siguen…

 

Querida Anatxu
Hemos visto la encuesta que has publicado en tu
blog en El País digital y nos ha parecido que pudieran interesarte a tí y a tus lectores las respuestas que, como directores de la XI BEAU, podemos ofrecer a unas preguntas que en alguna medida entendemos que van dirigidas, también, a nosotros. Siguen dichas respuestas, que te animamos a incluir entre las ya publicadas, si lo consideras oportuno.
Un abrazo

Félix Arranz
Joaquín Sabaté
Directores XI Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo

¿La gran mezcla de premiados pretende ser reflejo de lo que ocurre o indicar un camino?
La mezcla a la que aludes, entendemos que te refieres a la mezcla de maneras y modos diferentes de hacer, de arquitecturas y urbanismos diversos, es un resultado palpable en las más de setecientas propuestas presentadas, no una intención previa, y como tal resultado debe ser evaluada.
A nuestro entender -nuestro, que no tiene porqué coincidir con el de otros miembros del jurado, aunque de hecho coincidimos en notable medida en apreciaciones y comentarios- los proyectos y obras premiados tienen, no obstante, dos aspectos comunes, posiblemente como resultado de la identificación que se ha hecho en la XI BEAU de arquitecturas y urbanismos que se desenvuelven en lo "próximo y lo necesario". Pero asimismo lo tienen por la acción de selección de un jurado que, en su composición completa es de muchas personas (dieciocho), y en su comisión técnica ha estado compuesto por un numero parejo de arquitectos y urbanistas.
Así descubrimos que cuestiones como proximidad y necesidad no son patrimonio de una intención ni de una visión específicas, sino que son comunes a planteamientos y tendencias arquitectónicas y urbanísticas incluso contrapuestos en sus prioridades. Pero además resulta notorio que la práctica totalidad de las candidaturas que han obtenido la condición de finalistas, reconocimientos, accésit o premios, son trabajos que muestran un posicionamiento teórico y atienden por igual a su condición material y a su preocupación por el patrimonio urbano o territorial. Se trata de arquitecturas, todas ellas, diferentes, pero esencialmente ancladas en el código genético de un lugar y sociedad determinados, que tienen en común ser difícilmente extrapolables de los contextos físicos e intangibles en los que se producen, a los que responden desde un sentido profesional de la investigación arquitectónica y urbanística, con maestría, precisión y solvencia.

¿Debe un premio valorar la variedad o marcar una línea de actuación?
Depende de muchas circunstancias. Una valoración procedente de un grupo numeroso y diverso de personas apuntará razonablemente a la variedad. Si lo que se pretende es marcar una línea de actuación tiene mas sentido utilizar la figura del comisariado. En el caso de la bienal española la opción abierta y lógica, siempre a nuestro entender, en la medida en que la bienal pretenda ser representativa de la industria nacional y por la naturaleza de las instituciones convocantes, es primar la catalogación y, dentro de cada uno de los apartados que ésta ofrezca, la excelencia.
Hemos preferido pues impulsar y respetar la riqueza de experiencias y diversidad de apreciaciones del jurado, aunque éste ha seleccionado con singular unanimidad los proyectos finalistas. Pero con absoluta seguridad la variedad difícilmente se podría reconocer si ésta no existiera. Cabe reconocer empero, que en la arquitectura española del bienio 2009-2010 dicha variedad se ha manifestado de manera rotunda. Creemos que por fortuna en nuestro país conviven, también en arquitectura y urbanismo, modos y maneras, contextos y lugares, culturas y sensibilidades, tradiciones y exploraciones de cuño muy diverso. Es la idiosincrasia española de la diversidad.
Se trata de sensibilidades que entran en conflicto cuando se ponen artificialmente en competencia, o con voluntad de predominio, valores que sin ser comparables, tienen potencias similares. La mejor lección de la cultura española actual es la convivencia de modelos diversos de pensamiento y, coherentemente, tiene mucho sentido que las manifestaciones de excelencia -incluso en arquitectura-
opten antes por ratificar la variedad que no por premiar una tendencia en concreto, una familia, una… visión excluyente.
Es esta una cuestión que pensamos quedó superada, definitivamente, en el siglo XX, tras la definitiva refundación democrática de nuestro país. Marcar una prioridad o, lo que es lo mismo, descartar líneas de actuación legítimas, alternativas, en un territorio que no admite bien el café para todos, no es sino castigar innecesariamente. En suma valorar la variedad, en el caso de la arquitectura española reciente, es el premio. Un premio sin duda extenso y colectivo.

¿Hay ausencias notables?
A pesar de haberse presentado 734 candidaturas, alrededor de 100 en urbanismo y el resto en arquitectura, es, indudablemente, posible hablar de ausencias notables. Ausencias nominales, de autores, más que de arquitecturas en concreto. Pero aún más notable es poder hablar de presencias innumerables. Puede que éste sea uno de los indicios del cambio: la lista de nombres propios que están detrás de los mejores proyectos y obras españoles es cada vez mas extensa, numerosa y diversa. Así se ha visto en la XI BEAU. Una extensión que lo es también en términos territoriales, saliendo del circuito añejo de las principales metrópolis. Por otra parte el devenir vital va cobrando su parte, de modo que por ley natural se va produciendo un relevo en el que nombres hasta hace poco habituales en estos certámenes van dejando su lugar a otros nuevos. Finalmente puede haberse dado el caso de que algunos autores hayan decidido no presentar sus candidaturas en esta edición. No es descartable como muestra incluso de generosidad, que no de rechazo. Desconocemos si esto último hubiera podido ocurrir, aunque pensamos que no es el caso. No hay motivo para ello.


¿Es real el amiguismo que, anónimamente, le atribuyen en la red y en los corrillos no solo a ésta sino en general a las bienales? ¿Si así lo considerarais, qué hacer para combatirlo?
Pensamos que la pregunta está enunciada al revés, o la entendemos mal, ya que el amiguismo es lo propio de los corrillos o -en su versión digital- de determinados núcleos o foros aparentes y no de jurados como los de la bienal. Son esos círculos, corrillos, los que en base a triunfos o fracasos de algunos de sus componentes se manifiestan desde parámetros, digamos, "amiguistas". Es muy humano sucumbir a su lógica, especialmente si "no han ganado los tuyos". Por desgracia en nuestro país y en la red no se ha desarrollado todavía una cultura crítica suficiente, de modo que son escasos los lugares desde donde poder seguir -desde un sentido real de la higiene intelectual- algo diferente a tertulias superfluas o, lo que es peor, simples descalificaciones personales injustificadas. Los foros reducidos o los corrillos confunden la arquitectura con la liga de fúbol, es lo habitual.
El anonimato que da la red tiene, no obstante, aspectos muy positivos, fértiles, ya que permite conocer circunstancias y opiniones que de otro modo sería difícil que aflorasen. La dificultad está en distinguir, en esas manifestaciones anónimas, el discurso honesto de la simple pedrada. La actitud de los moderadores de los foros es muy determinante y, como decimos, por desgracia y salvo muy honrosas excepciones, nuestro país no está todavía muy puesto en estas lides. Menos todavía el sector de la arquitectura que, hoy por hoy, tiene en la red un sesgo más tecnológico-cheli o rosa-parvulario, que no de opinión cultivada o de documentación profesional.

En el caso de las bienales, de las que sabes bien Anatxu por haber participado en algunos de sus jurados y también por haber actuado como delegada nacional para el caso más reciente de la Bienal Iberoamericana, no cabe un planteamiento de favoritismos. Es imposible, cuando interviene un jurado amplio y cuando se aplica una política de transparencia, que arrancó en la bienal precedente y a la que se ha dado en ésta especial relevancia.
Para empezar, al menos en el caso de la bienal española, es del todo inconcebible que una masa crítica de 18 personas, la mayoría de ellas desconocidas entre sí, procedentes de instituciones diferentes, zonas geográficas diferentes e, incluso, con profesiones diferentes, pueda actuar con criterios predeterminados. Sirva como anécdota el hecho de que en la primera sesión, los miembros del jurado de la XI BEAU solicitaron introducirse brevemente, con la finalidad de poder dirigirse a los demás por su nombre. Este grupo numeroso ha sido el encargado de acordar, por un sistema simple de acumulación de apoyos y de debate libre, razonado y abierto de incorporaciones y descartes, cuáles habían de ser las candidaturas prefinalistas, hasta llegar a cien.
Posteriormente ha sido la comisión técnica, formada por diez personas, cinco de ellas expertas en urbanismo, la que ha determinado mediante una valoración si cabe más intensa, las 40 candidaturas finalistas. A su vez por estricta responsabilidad para con las bases del premio, ha otorgado los premios, accésits y reconocimientos, toda vez que compartíamos todos el criterio de que la selección de los cuarenta merecía ya dicho reconocimiento y premio colectivo. El acta explica de modo extenso la sensibilidad compartida por esta comisión técnica, y la web de la BEAU ilustra dicho apartado de transparencia. En ella se ha ido publicando material e información relacionado con el trabajo del jurado.
No cabe en absoluto el amiguísimo, Anatxu, no le ha quedado espacio. Sin embargo estamos de acuerdo en que, tal y como se ha hecho en las dos últimas bienales españolas, será positivo seguir profundizando y trabajando en la emisión y respeto de unas reglas de juego y una manera de proceder que permitan una gran flexibilidad a los jurados, a la par que una amplia y sana transparencia. Es deseable y posible, como se ha demostrado, y será bueno que alcance asimismo a otros certámenes y bienales.

Un efecto paradójico, pero muy positivo, de la imposibilidad de las actitudes clientelistas o de amiguísimos en los jurados de la bienal española es el reflejo contrario: la posibilidad del "desamiguismo", es decir, de la desaparición de la nómina de arquitecturas y arquitectos que -pudiera ser- en otras condiciones han podido obtener reconocimientos exagerados o, sencillamente, inmerecidos. No abundaremos en ello, pero no podemos ser ingenuos y dejar de reconocer que, sin voluntad previa para ello, el jurado de la XI BEAU no ha entrado en sintonía con algunas arquitecturas o fórmulas de planeamiento urbanístico, pese a su difusión y promoción mediática y editorial. Involuntario, pero innegable.
Para terminar, el jurado de la XI BEAU ha sido especialmente explícito en reconocer y dar testimonio por escrito -en lo que concierne a sus premios- del producto de un acuerdo razonado, un consenso. Posiblemente, el parecer individualizado de cada uno de sus miembros ofrecería combinaciones alternativas e inclusos contrapuestas.
Esa es la grandeza de los jurados que, dicho sea de paso, con algo más de tiempo podrían trabajar no mejor, pero si con más garantías para la salud de sus componentes.

Agentes: Félix Arranz
Agentes: Joaquín Sabaté
Agentes: Anatxu Zabalbeascoa