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Estudiante del tercer curso en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC), mostré interés en el ámbito de las artes plásticas desde mi infancia. Me sumergí en un amplio abanico de técnicas, hasta que encontré la que de verdad acabó por identificarme: un lápiz y un compás fueron mis inicios en la arquitectura.
Tras informarme sobre el trabajo de Josep Ferrando, en el que su límite es el mundo, siendo el mundo su despacho, concluí que algunos de los aspectos claves en su manera de proyectar son la materia, la luz, y la cota cero, el terreno sobre el que se va a trabajar.
Aquí (en el lienzo) observamos algunas de sus obras en las que se pueden ver reflejadas estas ideas, como, por ejemplo, el tratamiento de la fachada de la Universidad Rovira i Virgili, en la que se aprecia una textura y una incidencia de la luz característica; el techo del Restaurante Icho, proyectado desde el material y la luz, o la materialidad que se tiene en cuenta también en cuanto a la maquetación de un proyecto.
Por otro lado, en mi trayectoria como estudiante de arquitectura, se ha dado en varios casos que la línea curva predomina en el proyecto, que cabe poner en contraste con las rectas, aunque anguladas, del arquitecto en cuestión. Es por esto que planteo el ejercicio de “curvar” sus líneas quebradas, y “angular” mi propuesta curva. ¿Hasta qué punto del desarrollo del nuevo proyecto podríamos llegar? ¿En qué medida beneficiaría o perjudicaría en cada caso?
Marta Sesto, mayo de 2018