Alberto Estévez, cuando el eco de la concesión de premio Pritzker 2013 a Shigeru Ban resuena por reciente, envía unas notas escritas al vuelo sobre su experiencia personal, en territorio académico, de encuentros con el arquitecto japonés.
26 de marzo de 2014

Shigeru Pritzker Ban, por Alberto Estévez

 

Hace más de un siglo que Antoni Gaudí se plantó desde Barcelona ante el mundo de la arquitectura -por primera vez en su historia- construyendo superficies regladas alabeadas: paraboloides como los que no hace tanto le dieron también parte de su fama a Shigeru Ban, que lo tenía por referencia.

 

Pues resulta que justo este año hace 10 que presencié como Shigeru Ban se plantó -por primera vez en su historia- ante un auditorio en Barcelona, el de la tercera promoción de la ESARQ en el día de su titulación, después de que le invitara para ser su padrino.

 

Y no está exenta de anécdotas “la cosa”, como cuando al inicio de la ceremonia falló el proyector de diapositivas (comprensible aplicación de la “Ley de Murphy”), y no quiso seguir su conferencia, quedándose callado de pie en el atril de la abarrotada aula magna, hasta que ¡más de media hora después!, se consiguió la reparación definitiva, que tuvo que acabar siendo uno con moto ir rápidamente a comprar un proyector nuevo.

 

Al final, tras dejarle en el hotel cercano a la Universidad, donde alojamos normalmente a los profesores invitados, me llamaron de nuevo con urgencia, pues tras ver su habitación no consideraba que ese hotel fuese suficientemente digno, por lo que azorado y perplejo tuve que llevarle a un hotel de categoría superior en el centro.

 

Pero bueno, antes nos estuvo deleitando por fin con las imágenes de su arquitectura de tubos de cartón que le sacaron del anonimato, y que nos enseñó junto a sus casas de la década de los noventa: ejemplos que cualquiera de nosotros podría calificar como más convencionales, comparables a muchas otras obras que pueden verse por todo el mundo hoy día, en ese lenguaje etéreamente calificable como “International Style”. De hecho, no en vano, más que los maestros japoneses, es Le Corbusier uno de los arquitectos que más resuenan en tales obras.

Sin embargo son sus obras organicistas, o más bien los aspectos orgánicos de las mismas, los que le han hecho brillar con luz propia, no sólo acartonada: lo orgánico, formal y conceptualmente entendido sin solución de continuidad, como generado por un sistema coherente que resuena en todas las partes del conjunto en sinfonía acordada, que infunde un carácter concreto al edificio, que lo determina como especie, como especial.

La concesión del premio Pritzker es una ocasión anual fija para que en los medios de comunicación del mundo entero se hable de arquitectura con mayúsculas, y eso está bien. Esta vez tal galardón ha recaído en Shigeru Ban, y eso queda ahora en bandeja para ser comentado.

Alberto T. Estévez, primer director, catedrático de la ESARQ-UIC y director del Máster Universitario en Arquitectura Biodigital,

 

 

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Agentes: Shigeru Ban