Síntomas y diagnósticos de un cambio XVII
29 de julio de 2009

por Félix Arranz

Han pasado ya más de quince años desde que tuve ocasión de presentar una reflexión, «300 km hora: una hora», en el único ejemplar publicado de la revista AR+CO, en la que razonaba sobre el previsible e inminente cambio que se habría de producir en el mapa español, cultural y de relaciones profesionales y académicas, cuando el Tren de Alta Velocidad conectase la capital aragonesa en una hora, o menos, con un ramillete de ciudades significativas del noroeste peninsular, a saber: Madrid, Barcelona, Tarragona, Valencia, Bilbao, Vitoria o San Sebastián a una hora y Pamplona, Logroño, Huesca, Teruel, Soria, Lleida a poco más, o menos, de media hora.

De hecho un año antes y un año después de ese artículo, en 1992 y 1994, y todavía sin AVE, se tuvo ocasión de comprobar el potencial de convocatoria de la capital maña con las sucesivas ediciones de la BAUZ, la Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Zaragoza, que constituyeron un real encuentro de las comunidades académicas y profesionales en su oferta de exposiciones, seminarios y concursos. De hecho Zaragoza albergó, en el Palacio de Sástago de la Diputación Provincial, una exposición de proyectos finales de carrera procedentes de las, entonces, diez escuelas de arquitectura españolas. Era la primera vez que tenía lugar una exposición de esas características, que por ejemplo comisariaron Ginés Garrido para el caso de la ETSA Madrid, Ignacio Laguillo para la ETSA Sevilla o Félix Pardo para la ETSA Barcelona.

En el artículo, recuerdo, razonaba sobre la condición «adolescente» de una ciudad que presumiblemente alcanzaría su madurez en el momento en que la alta velocidad ferroviaria convirtiese Zaragoza en algo así como una parada «más» de metro de las líneas madrileñas o barcelonesas. El pasado verano, con la Expo 2008, miles de personas pudieron comprobar la eficacia y realidad del nuevo «metro», además de poder verificar in situ, sin que se lo cuenten, la existencia de los influyentes para siempre pabellones puente y español de Hadid y Mangado. Incluso del, difícil pero interesantísimo, Pilar.

Y bien, no nos perdamos; el artículo, para completar el relato de sus intenciones, daba cuenta del trabajo realizado por más de doscientos estudiantes de sexto curso que en la ETSABarcelona, en la cátedra dirigida por Carlos Ferrater y en la que participaban profesores como Miralles, Terradas, Torres Nadal, Canosa, Sanmartín, Conde, Pascual o yo mismo, entonces como becario del programa de formación de personal docente e investigador, que había consistido en proyectar alternativas para una estación intermodal en Zaragoza, en la explanada ferroviaria de Delicias, en las proximidades de la vieja estación de Gutierrez Soto, un lugar distinto del oficialmente previsto, que era la ampliación de la estación existente de camposepulcro.

Poco podíamos imaginar por entonces que la vida, la suerte, un concurso internacional y un cambio de parecer ministerial sobre el emplazamiento me llevaría un lustro después a competir junto a Ferrater, Valero y Elena Mateu por el proyecto de la estación, y a ganarlo contra pronóstico. Recuerdo que la alcaldesa Rudi al recibirnos como «ganadores» del concurso nos hizo saber su decepción ya que su favorito, y el de la prensa, era el proyecto presentado por Bofill «…y a ustedes, bueno, excepto a Félix que hizo con el colegio de arquitectos lo de las bienales y a Valero, que es de aquí y tanto le gustan los trenes, no les conozco». En realidad se refería a Ferrater, del que como ya imaginará quien lea esto, la alcaldesa terminó por convertirse en fan, como acostumbra a ocurrir con el arquitecto barcelonés y sus alumnos y clientes. Una leyenda cierta y comprobada.

Volviendo al artículo, y al contexto de la primera mitad de los noventa, la otra cuestión que traigo del recuerdo era la emoción del descubrimiento del incipiente Internet gráfico, Mosaic, a consecuencia de la compra de sendos ordenadores con módem de 56k para el estudio que entonces compartía en Zaragoza con Valero, y de trastear infovía mediante en la sección de enlaces de la que por entonces pienso que fue la primera web institucional sobre arquitectura en España: la de la caja de arquitectos. La mezcla de factores: 300 km/hora una hora, internet y el reciente éxito de las dos ediciones de la BAUZ nos llevaron a proponer en un «libro blanco«, con la ayuda de Fernando García Mongay, la creación de la Fundación BAUZ, una fundación que usando de las posibilidades que abría la red, el potencial de la situación geográfica de Zaragoza y el advenimiento de la alta velocidad, había de ofrecer un entorno cultural y académico al alcance de, entonces y ahora, casi tres cuartas partes de los arquitectos españoles. Dicho entorno se sustanciaba en un «curso superior«, algo así como un posgrado de fuerte componente profesional, y una serie de bases de datos y comunicación en red «… un tercer programa, documental, que actúa de enlace y que se basa en el mantenimiento de una red virtual de Aulas universitarias y Galerías de arte, apoyada en la tecnología informática y en servicios como INTERNET e INFOVÍA. Con esta red cultural, el acceso a los contenidos de los programas de la fBAUZ es posible para un gran número de personas por lo que se considera fundamental su característica de base de datos documental. La Fundación fBAUZ sirve además de apoyo a investigadores académicos e industriales, a los que gestiona y facilita becas y soporte.».

Un sueño.

Y si, la fBAUZ terminó por ser un sueño de noche de verano, que aunque oficialmente constituida no pudo ir mas allá de su libro
blanco, posiblemente por lo ambicioso y temprano de su planteamiento. El auxilio de un cambio de junta en el colegio de arquitectos, que prefirió optar por una política cultural de gestión más sencilla, menos «arriesgada», terminó con el sueño. De momento.

Porque, lo que son las cosas, el desánimo por algo que estábamos seguros era oportuno y necesario se transmutó poco después en WAM, la revista electrónica (blog que no sabíamos que era blog) que con Quetglas, Ton Salvadó y Carles Muro, Enric Massip, Jose María Baquero, John Young, Nadia Casabella y el propio Fernando García Mongay activamos el día de inauguración del congreso barcelonés del 96, el uno de junio. Los madrileños Emilio Tuñón, Luis Rojo y Luis Moreno Mansilla, Federico Soriano y Pepe Ballesteros, Maria Teresa Muñoz, alojaron sus publicaciones «Circo», «Diccionario por fascículos de Fisuras» y «Vestigios» en la sección de «hospedajes» de WAM. WAM era una comunidad virtual en toda regla, que compartimos durante unos años con los casi veintemil usuarios en el «AVE» de su lista de correo «wam_l@arch-mag».

Se me acumulan y atropellan ahora estos recuerdos zaragozanos y electrónicos de «algo que quedó pendiente», en una situación que apenas hace quince días ni sospechaba y que quince años después de aquel artículo «300 km/h una hora» nos va a redibujar agosto a mi familia, a la de Santiago Carroquino y a algunas más, cuando la voluntad de un consejo de expertos y de la Universidad San Jorge nos ha designado para activar este próximo otoño su Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Zaragoza, en una fórmula sucesiva de grado y posgrado. Es decir, algo que responsablemente no podíamos menos que aceptar a la vista del empeño del destino en obligarnos a dar la cara y resolver en momento y lugar oportunos lo que antaño habíamos ambicionado y anunciado.

Y en eso estamos, viendo desvanecerse las vacaciones que esperábamos, pero en la ilusión de contribuir a resolver un proyecto que llega a una ciudad que merece la pena apreciar y a una situación madura que el bien colectivo obliga a no desperdiciar. Josep Quetglas, con un seminario de cinco sesiones, cinco explicaciones alternativas, 1×5, sobre Le Corbusier, su obra y su representatividad del siglo XX, abrirá la actividad lectiva de la nueva escuela zaragozana. Por otra parte hemos solicitado a Patxi Mangado, Carlos Ferrater, Juan Herreros, Ecosistema Urbano, BOPBAA… participar en un seminario previo 5×1 y que, también, preparen unas «cartas a los que empiezan», que aprovecho y solicito desde aquí a los amigos y amigas de scalae. A partir de septiembre las leeremos y publicaremos.

Así que os deseamos un agosto razonable, y el reencuentro en septiembre aquí en scalae.net, en la red, en la ETSAZ USJ, en Zaragoza, Madrid o Barcelona, o… en google latitude, claro. Donde gustéis, vivan la red, el AVE… y a ver si bajan los precios del tren, que ya va siendo hora.

Ciudad: Zaragoza
Agentes: Félix Arranz
Agentes: Santiago Carroquino